Con la llamada de la noche y el relevo de la luna, a primera hora de un dia cualquiera hace su aparicion el rey de los astros. Es un momento sublime en el que los hombres que tienen el privilegio de estar en ese preciso instante se llevan en sus pensamientos el poderio y la majestuosidad de sol que nace en el oriente colombiano a orillas del rio Meta.
Paso a paso como al compas de una marcha, el azul y el blanco de las nubes que se encargan de hacer la calle de honor despejan el camino para que en senor de la luz ilumine el nuevo dia y comience asi el mejor regalo de la naturaleza.
En el camino a su cenit, el sol va dejando la oscuridad, la soledad y el respeto de la noche para llegar al centro de este lado del mundo. En segundos toma su lugar como el amo y senor de una jornada. Una jornada en la que los llaneros a lomo de caballo recorren la sabana acompanados por el brillo del astro que se refleja en los pastizales. Una jornada que acompana a los pescadores que buscan sus pallaras para el sustento diario. Una jornada que hace que los viajeros (como yo) lleguen hasta el centro de Colombia para mezclarse entre el amarillo y el verde del hermoso llano, que los hijos de esta tierra la llaman la luna roja.
* Textos sin acentos para facilitar la lectura.