Alberto Salcedo Ramos, considerado como uno de los mejores cronistas colombianos, autor de “El oro y la oscuridad. La vida gloriosa y trágica de Kid Pambelé”, revela la mejor anécdota de su trabajo con el boxeador, que no salió publicada. El siguiente proyecto del escritor será un libro sobre la historia del tambor, vinculado a la vida de la gente en América
Su encuentro con las letras fue a los nueve años cuando un impulso interior lo lleva ser el artífice del amor entre Magoline y “El Caracol” y quizá, su celestino anónimo. La historia empezó en Arenal, un pueblo ubicado a una hora de Cartagena, al norte del departamento de Bolivar. El nombre original de la población es San Estanislao, pero por sus características polvorientas sus propios habitantes lo llaman así.
En este lugar, Alberto fue criado por sus abuelos maternos, en una casa donde no había libros, pero sí mucho ganado, pues ese era el oficio de su abuelo. En esos ires y venires de la infancia, Magoline, la empelada doméstica, de unos 30 años, fue el objetivo de Alberto, la observaba como una mujer ajada por el maltrato de la vida, que luchaba por sacar adelante sus cinco hijos. “El Caracol”, como lo conocían todos, tenía unas características muy similares a las de ella. Ambos eran seres muy solitarios. Entonces, Alberto empezó a escribirle todos los días una carta de amor a ella, como si fuera de “El Caracol”. Como resultado de estos mensajes, ellos dos hoy viven juntos.
Salcedo describe esto como el milagro de fundar un amor en la ficción, para luego hacerlo realidad. “Si a un niño de nueve años un truco de esos le funciona, ya queda encadenado, ya no hay manera de devolverse”, anota.
1972 fue el año que dio inicio a una vida de letras, en ese momento, un poco llevada por la ficción y por el ansia de crear.
Alberto Salcedo Ramos nació en Barranquilla, en 1963. Dice que el periodismo es algo genético, pues en su familia varios se dedicaron a este oficio y además, siempre lleva las enseñanzas de su padre.
Así nació “El oro y la oscuridad. La vida gloriosa y trágica de Kid Pambelé”. Pero mucho antes de este consejo, Pambelé ya era parte de la vida de Alberto. Fue su ídolo de infancia, gracias a su abuelo, quien lo despertaba muy de madrugada para ver las peleas. Antes de eso, Alberto no veía a Pambelé como un personaje narrable, sino como héroe que hacía justicia por él.
“Es como la venganza del tercer mundo –anota Salcedo– no tenía la capa de Superman, ni la de El Zorro, pero rompía mandíbulas y costillas. Un hombre que se hizo grande con la única gracia de sus puños”.
En esta obra, considerada por su propio autor como la más madura que ha escrito, se destaca la vida del protagonista, un hombre escindido, que a ratos es hecho de luz y a ratos de oscuridad.
No fue una historia fácil, relata Alberto: la primera cita que tuvo con Pambelé, en Cartagena, la incumplió. Desde ese momento se empieza a reconstruir la vida de este personaje, comparada como un espejo roto, cuyas astillas están dispersas en distintos lugares del mundo. Kid Pambelé nació en Palenque, creció en Cartagena, se hizo grande en Caracas, fue tratado psiquiátricamente en Cuba y vivió en Bogotá. “Lo que más me satisface de ese libro como autor es haber penetrado la psiquis de Pambelé”, puntualiza.
Pero la mejor anécdota de esta historia desafortunadamente no fue publicada, pues sucedió unos días después del 17 de diciembre del 2005, fecha en la que circuló el libro. Por esa época, Pambelé, que acababa de salir de la cárcel, llamó a Alberto y le dijo:
- Albe, ¿cuánto vale el libro?
- ¿Para qué quieres saber eso? –preguntó Alberto-
- Pa´comprarlo, pa´qué más va ser
- No lo compres que la editorial te va a mandar varios
- Y eso ¿cuándo va a ser?
- El lunes de la próxima semana
-Yo no espero, eso es mucho tiempo
Dos horas más tarde, Pambelé vuelve y llama:
- Albe, ya vi el libro, está bonito, me gustaron mucho las fotos, esas que metiste al final
- ¿Leíste, por casualidad, algo de lo que yo escribí? –preguntó Alberto–.
- No leí nada, porque me encontré con el Dr. Vergara y se lo vendí en $35.000
Alberto Salcedo ha ganado el Premio Internacional de Periodismo Rey de España, tres veces el Premio Nacional de Periodismo, el Premio al Mejor Libro Periodístico del Año, entre otros. Pero a pesar de todas estas distinciones, siempre trata de ser humilde y de no alardear con ello, pues los premios no hacen mejor a nadie, no cree en modestias falsas.
Tiene dos hijos, Mario, de 16 años y Oriana, de 20. Su residencia en Bogotá cuenta con un espacio que ha convertido en su estudio, de donde surgen las crónicas que se publican en revistas como Soho y El Malpensante.
Ahora, como uno de los nuevos proyectos, Alberto es profesor universitario y considera que la juventud también llega por contagio. Pero paralelamente, continúa en la causa de contar un país que no sale en los medios, como el de las cantoras del sur de Bolívar; los pescadores del Pacífico, o los alfareros de Boyacá.
Alberto Salcedo va a seguir buscando esas historias que lo apasionan, va a hacer todo lo que esté a su alcance para unir muchos más corazones, como los de Magoline y “El Caracol”.