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06 junio 2008

A lo que vinimos, a caminar

Antes de salir, el Instituto Nacional de Cultura del Perú tiene el primer puesto de control denominado Piscacucho. Las autoridades verifican que las agencias lleven todos los papeles en regla, al igual que los turistas. Luego se pasa un puente colgante sobre el río Urubamba y se inicia oficialmente la caminata.

Después de una hora de camino aparecen las ruinas de Miskay, ese sería el panorama de ahí en adelante. Complejos arqueológicos, naturaleza, cumbres empinadas, escalones, escalones y más escalones. Por estas rutas aparecen los porteadores, unos hombres que se ganan el sustento diario cargando los equipos de los turistas que transitan por este camino. Son un ejemplo de constancia y amor al trabajo.

La mayoría de ellos no habla español, se comunican entre ellos en quechua, dialecto puro y original del Cuzco, que también predomina en varias regiones de Suramérica, y tienen un jefe que se encarga de impartirles órdenes, todas encaminadas a la satisfacción de los visitantes.

Los porteadores son individuos de tez morena que llevan en su sangre y en su color de piel la descendencia indígena. Para realizar sus labores no utilizan mucha indumentaria, contrario a algunos turistas súper deportistas que para un trayecto como este llevan la más sofisticada vestimenta. Ellos (los porteadores) utilizan sandalias con suela de goma para no deteriorar las piedras del camino, pantalones cortos fabricados con tela de alta resistencia, camisas cortas y suéteres muy delgados.

Sus mochilas o morrales son costales de fique con dos agarraderas para que puedan ser llevados en la espalda. En ellos cargan la estufa para la preparación de los alimentos, la pipeta de gas, los víveres y muy pocas cosas personales. Estos hombres pueden transportar equipaje de unos 25 kilos de peso. Una de las cosas más asombrosas de estos personajes es que siempre van a pasos más acelerados de los normales, pues son los encargados de llegar primero a los sitios destinados para camping. Por eso es muy común escuchar el grito en pleno sendero: “Porter, porter”, señal que avisa que viene un porteador a pasos acelerados y que es obligación dar un paso a un costado para permitir su avance, pues está en juego la dormida y la buena alimentación.

Así como se transita a gran velocidad, así se preparan los alimentos. No es comida para salir del paso, son platos típicos peruanos y de buen sabor. Otro punto de comparación con la infraestructura colombiana, como la de Ciudad Perdida, en Santa Marta, en la que en los dos primeros días la alimentación es aceptable, pero luego escasea la proteína y abunda la harina. ¡¡¡Todo en nombre de la aventura!!!

Contrario a lo que pensábamos con Marten y directamente relacionado con el peso del morral, nuestras provisiones para el camino no eran tan necesarias, pues en todo el trayecto no nos faltó el alimento. Es más, a veces se exageraba con esto. A las cinco de la mañana no levantaban con un café, lástima que no era del de la calidad y el sabor del mejor del mundo: el Café de Colombia. O si el “cliente” así lo prefería, podía optar por un energizante mate de coca (hoja de coca, agua caliente y azúcar).

Al caer la noche y después de una larga jornada de camino siempre nos esperaba una rica cena y una agradable carpa para descansar. Los porteadores se encargaban de tener todo listo para nuestra llegada. Dormíamos de a dos personas por tienda.

Al siguiente día no sabía cual era la mejor satisfacción, si el haber llegado, sin un rasguño, al paso de Warmiwañuzca, ubicado a 4.215 metros sobre el nivel del mar (casi el doble de la de Bogotá), o poder disfrutar en ese mismo lugar la sabrosa leche condensada, que con tanto gusto compré en Cuzco antes de salir. Creo que esto fue lo mejor, porque varios de mis compañeros de viaje se vieron obligados a saborear este manjar.

Serie de entregas de esta ruta tradicional de Cuzco en el Perú (Especial Nº9)


05 junio 2008

La ruta del inca, inicio del sueño

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Serie de entregas de esta ruta tradicional de Cuzco en el Perú (Especial Nº8)

La preparación para el Camino Inca comenzó con las recomendaciones de las ecuatorianas, quienes nos regalaron unas barras de cereal, agua y repelente, elementos que al final no necesitamos. Como fue tanta la expectativa y la precaución que se sembró en nosotros con este viaje, Marten y yo fuimos de shopping para estar bien equipados en el camino.

La lista de compras incluía agua, Gatorade, dulces, dulces de coca, maní y la infaltable leche condensada. El total: más de 60 soles cada uno. Esa compra la tomé como si fuera la que en ese mismo tiempo hago con mi Madre para la cena de fin de año, pues ese era el último día del 2006.

Luego vino la preparación del morral, debido a que era necesario dejar algunas cosas en el hostal. Con todo el equipo de viaje listo, la siguiente actividad era disfrutar a plenitud el Año Nuevo en Cuzco. Y así fue, con el grupo de amigos de todo el mundo fuimos a cenar a uno de los mejores restaurantes. Lomo saltado fue mi elección para esa noche y el brindis se hizo con un coctail de pizco sour, que anunciaba el inicio de la jornada para despedir el año.

Después de la cena, nos unimos a los planes de todos los extranjeros, recibir el año nuevo en la plaza de armas. Nos equipamos con dos botellas de cerveza Cuzqueña de litro cada uno y un par de gafas fluorescentes del 2007. Así esperamos el conteo final. Estuvimos casi hasta el amanecer. Yo llegué a las 4:00 a.m. al hostal Resbalosa y en esa ocasión sí sentí el verdadero esfuerzo de subir todos esos escalones. Marten no llegó.

Desafortunadamente, como mi objetivo del viaje era llegar hasta Machu Picchu, tuve que adelantarme a una decisión radical, si mi compañero de viaje no llegaba tendría que salir solo. El mensaje era claro, no iba a perder la inversión, ni tampoco frenar mis intensiones, después de hacer todos estos esfuerzos para llegar hasta esta tierra sagrada.

Al filo de las 6:00 a.m., cuando me preparaba para salir a mi encuentro con el destino, Marten llegó, y no en un muy estado. En Colombia este síntoma se llama guayabo. En eso recordé los momentos en los que también fui protagonista de esas escenas tan bochornosas. Ahora tenía que hacer la función de adulto, pues mi amigo holandés a sus 23 años tenía otras expectativas y yo, a los 32 contaba con una visión muy diferente.

A los pocos minutos llegó nuestro transporte. Era un bus internacional, ya que llevaba a bordo pasajeros de varias partes del mundo: argentinos, ingleses, americanos, brasileros, peruanos, holandeses y, claro, colombianos.

Como era de esperarse, Marten sufrió el efecto de la resaca y tuvo que encontrarse mucho antes con la Madre Tierra. Llegó hasta el punto de ser un poco flexible con sus principios, en su país natal estudia medicina y, por su puesto, no se atreve a tomar medicamentos si fórmula. Le aconsejé que tomara un Alka Seltzer o su similar en esas tierras. Al comienzo se negaba a acceder a esta petición, pero después de varias “maluqueras” se decidió. En eso tuve que recorrer varias cuadras de Ollantaytambo, la provincia donde nos encontrábamos, para conseguir las benditas sales.

Al cabo de un tiempo, y después de la “bomba”, recuperamos a Marten e hizo la firme promesa de actuar con responsabilidad ante ciertos compromisos. Todo esto porque el malestar que sufrió casi lo obliga a abandonar el tour. Es aquí donde aparece Rony Camasa, el guía turístico y encargado de llevar al grupo a cumplir los sueños del encuentro con el Machu. La pregunta fue directa y en inglés: “Se siente capaz de continuar, pues no me voy a arriesgar a llevarlo en ese estado”. La respuesta también fue contundente: “Yes, no problem. Sorry”.

Después de unas dos horas de viaje llegamos al km. 82, lugar donde inicia la caminata y que se encuentra a 2.600 metros sobre el nivel del mar. Como estar en Bogota, solo que más cerca de las estrellas.

Eran alrededor de las 10:00 a.m. del primer día de recorrido, en ese momento Rony reunió todo el grupo y, después de las presentaciones de rigor, entregó las indicaciones de la caminata: primer día, 6 km.; segundo, 12 km.; tercero, 11 km., y cuarto, 6 km. Luego, y asombrados del reto que nos esperaba, tuvimos que almorzar a las 11:00 a.m.

El grupo nuestro era pequeño, estaba conformado por 10 turistas, dos guías, seis porteadores y un cocinero. Además, era multidisciplinario, pasaba desde ingenieros, estudiantes de medicina, pescadores, comunicadores, diseñadores, hasta profesores.

Todas las personas de la organización del viaje conocen sus funciones, todo está milimétricamente organizado. La comida, las carpas, las responsabilidades. Así debería ser en Colombia, pues el desarrollo turístico nacional presenta grandes fallas y eso es lo que hace que ese sector pierda grandes oportunidades como destino atractivo internacional.

Serie de entregas de esta ruta tradicional de Cuzco en el Perú (Especial Nº8)

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04 junio 2008

Camino Inca: el éxito de la negociación al estilo colombiano

Serie de entregas de esta ruta tradicional de Cuzco en el Perú (Especial Nº7)

El segundo acercamiento a un verdadero valor aproximado de lo que le puede costar a un turista llegar a Machu Picchu por el Camino Inca fue en el hostal K'usillu's Backpackers, en Miraflores. En este sitio, Alex Fuentes, un guía turístico cuzqueño, que estaba en Lima con el fin de lograr su sueño de ir a vivir a Canadá, nos recomendó con una agencia, que después de recorrer casi medio Cuzco nos ofrecieron un precio especial: 400 dólares por persona. Eso era más de la mitad de mi presupuesto del viaje completo.

En ese momento nos invadió un sentimiento de incertidumbre. Personalmente, alcancé a sentir un poco de desilusión, pues la renovación que estaba buscando parecía alejarse. En eso, recordé las palabras de mis amigos que entre frases certeras me decían que recorriera los alrededores de la plaza de armas de Cuzco, pues allí se ofrecían planes muy económicos.

Salimos corriendo como espantados por el valor que nos dijeron y porque el tiempo apremiaba, debido a que tan solo faltaban dos días para que acabara el 2006, y si queríamos llegar al Machu era indispensable contratar cuanto antes el tour.

Después de dar varias vueltas por la plaza y luego de tener algunas cotizaciones encontramos una luz al final del camino. Esos momentos me recordaron mis andanzas por Colombia en busca de un mejor precio por algún producto o servicio. Me transporté a Villeta (Cundinamarca) por ejemplo, cuando en un puente festivo se deben recorrer varios hoteles para lograr una acomodación o algo similar en Santa Marta o en Valledupar. Y en el mejor de los casos, en un centro comercial en Bogotá, que presenta varias opciones y que llevan al cliente a recorrerlo de lado a lado y al final adquiere su producto en el primer lugar que visitó. ¡¡¡Viva la globalización!!!

Ayni Tours S.R.L fue la agencia que contactamos, está ubicada en la Plaza de Armas de Cuzco, Portal Comercio 177 Ofc. 01. Sofía, una mujer de contextura gruesa y que por sus rasgos indígenas reflejaba estar por encima de los 40 años, nos recitó de memoria todos los pormenores del viaje. Sus palabras me recordaron a más de un vendedor ambulante que se sube al transporte urbano de Bogotá y recita su oferta.

La propuesta inicial fue de 220 dólares por persona, a la cual, valiéndome de mis habilidades de "regatero" colombiano, logré bajar hasta 205. Marten, un holandés que no está habituado a pedir rebaja en los precios, mantuvo silencio en toda la negociación, y solo sacó su carné internacional de estudiante, una ficha mágica de color verde, que le significó un descuento del 10%, pero que al final de cuentas le dio lo mismo, pues el alquiler del sleeping sumó cinco dólares más a la cuenta.

El cierre de la negociación fue: 410 dólares por un adulto y un estudiante, más cinco dólares por la bolsa de dormir. Descripción: dos tours al Camino Inca, cuatro días, tres noches, bus al km. 82, entrada a Machu Picchu, guía turístico, carpa, alimentación y transporte de regreso a Cuzco. Salida: 1 de enero de 2007. Hora: 6:30 a.m.¡¡¡Bingo!!! Lo logramos.

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Serie de entregas de esta ruta tradicional de Cuzco en el Perú (Especial Nº6)



02 junio 2008

Viva ecuador, vivan las ecuatorianas


Serie de entregas de esta ruta tradicional de Cuzco en el Perú (Especial Nº6)

La casa tenía varios pasillos y a cada lado quedaban las habitaciones. Se podían encontrar cuartos sencillos, con baño privado y dormitorios. Estos últimos se caracterizaban por tener de cuatro camas en adelante. Nosotros tomamos esta opción. Habitación 303.

Cuando llegamos, lo mejor del lugar fue el encuentro con Andrea y Karina, dos hermosas mujeres ecuatorianas que, para nuestra satisfacción, acababan de llegar del Camino Inca. Vale la pena destacar que los colombianos siempre hemos tenido la impresión de que las mujeres de este país hermano no se caracterizan por la hermosura y sencillez que tienen, por ejemplo, las bogotanas, las caleñas y las paisas, entre otras.

Sin embargo, estas ciudadanas del mundo poseían una belleza natural y latina que se conjugaba con su facilidad de comunicase con los vecinos y, en especial, con Marten, pues su inglés era mucho mejor que el español nativo que hablaban.

El mismo cuarto lo compartimos con una mujer procedente de EE.UU., pero de descendencia japonesa. Con otra natural de EE.UU, con una australiana, con un argentino y con un joven del País Vasco.

Todas estas personas entraban y salían, pues Cuzco es una ciudad que obliga al turista a salir a recorrerla, a buscar planes y todo tipo de actividades que van desde el paseo por centro histórico, la visita a los museos hasta las ferias artesanales.

El boleto turístico es una buena alternativa, pues por solo 70 nuevos soles se pueden conocer 16 sitios estratégicos de Cuzco, en un periodo de 10 días. Junto con Marten recorrimos los siguientes lugares: Centro Qosqo de Arte Nativo Danzas Folkloricas, Saqsaywaman, Chinchero, Pisac y Ollantaytambo. Estos cuatro últimos son ruinas incas, que algunas quedan retiradas del centro administrativo y es necesario tomar un trasporte interprovincial.

Los destinos que no alcanzamos a recorrer, que en un próximo viaje serán lugares obligados, fueron: Museo de Arte y Monasterio de Santa Catalina, Museo Municipal de Arte Contemporáneo, Museo Histórico Regional, Museo del Sitio de Qoricancha, Museo de Arte Popular, Monumento Pachacuteq, Q’enqo, Pukapukara, Tambomachay, Tipón y Pikillacta.


La estadía en el hostal pronosticaba unos momentos únicos y agradables. Nuestras nuevas amigas ecuatorianas se convirtieron en las guías para optar por la mejor alternativa del Camino Inca. Después de la conversación de rigor que incluyó la presentación, el objetivo del viaje y la descripción de lo bella que es Colombia, por supuesto, salimos a concretar el fin principal de nuestra presencia en Perú: el Camino Inca.

Serie de entregas de esta ruta tradicional de Cuzco en el Perú (Especial Nº6)