google-site-verification: google1b3fbc9e631b3b83.html

09 noviembre 2006

La estación de La Sabana, un sueño de Colombia sobre rieles

Detrás de estos muros se esconde una tradición que anda sobre ruedas en un país en el que los medios de transporte emblemáticos no son prioridad. Esta es la estación de La Sabana, que en sus buenos tiempos le dio la entrada al ferrocarril, que luego se convirtió en el símbolo de progreso y avances de una sociedad latinoamericana con ansias de evolución.

Esta construcción, declarada patrimonio nacional de Colombia, no ha tenido un buen futuro por estos días. Sus pasillos, sus fachadas, sus escalones, sus columnas y acabados están expuestos al devenir de los transeúntes que la admiran apurados por llegar a una cita de amor o quizá, de negocios.

Expuesta también, si es válido el término, a los mal llamados “desechables” quienes son los principales habitantes de la zona y que por su aprecio o realidad de la vida no saben el valor histórico que tiene esta magna edificación. Simplemente, buscan entre los caminantes o los ejecutivos que, a la fuerza, les tocó trabajar en el sector unas cuantas monedas para comprar el alimento del día o un poco de vicio que los lleve a una realidad paralela.

La estación de La Sabana hoy acoge a los funcionarios de la Superintendencia de Puertos y Transporte, que por maniobras del sector público llegaron al corazón de Bogotá, después de haber estado en el norte de la ciudad. También, la construcción se ha convertido en locación para el rodaje de filmes que le dan la vuelta al mundo.

A pesar de todo, la estación de La Sabana fue, es y será por siempre la casa de los sueños de muchos colombianos que ven el gusto de rodar por la patria en los emblemáticos ferrocarriles nacionales.

07 noviembre 2006

La Ermita de Cali: 420 años de tradición y fe

La iglesia de la Ermita en Cali es considerada como un orgullo por los habitantes de esta ciudad, junto con la salsa, el manjar blanco y la feria, entre otros. Este templo de la fe ha sobrevivido a múltiples “achaques”. Desde su construcción ha pasado por varias remodelaciones y hasta fue víctima de un temblor que la llevó a cambiar su imagen, reconocida hoy por su imponente estilo gótico, caracterizado por la luz y la altura.

En el paso obligado por la Avenida Colombia y sus alrededores, el visitante se encuentra con una majestuosa construcción que junto con sus minuciosos detalles y una iluminación que la hace sublime, le revelan la importancia que tiene este atractivo turístico de los caleños.

Como en muchas ciudades de Colombia, junto con las iglesias se levanta un centro de comercio, que por las condiciones socio-económicas de sus pobladores es un lugar obligado para conseguir el sustento diario.

Al mismo tiempo que en la Ermita se busca un encuentro con Dios, una visita turística obligada o quizá una fotografía para la posteridad, también se puede probar un apetitoso “cholao”, mezcla de hielo raspado, frutas, helado y agua saborizada. (ingredientes que pueden variar, de acuerdo con la región y con el vendedor).

Definitivamente, tener el privilegio de estar frente a esta imponente obra, fruto del trabajo del hombre hecha en honor al Creador, es un momento sublime, pues se convierte en un pasaporte a una dimensión llena de acabados, texturas, luces, espiritualidad, comercio y fe.

Este sello especial que deja Cali y la Ermita en sus visitantes representa la gratitud de una ciudad alegre, devota y rumbera para con los miles de turistas que se llevan un pedazo de su tierra a sus casas en el resto del mundo.