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19 enero 2007

Lago Titikaka: puma de piedra entre Perú y Bolivia

El lago Titikaka que en aimará, dialecto tradicional de los habitantes de la región, significa “El puma de piedra”, es uno de esos lugares de Latinoamérica que sorprenden y a la vez desilusionan.

Sorprende porque del lado de Bolivia es un sitio mágico en el que el azul de sus aguas envuelve a los visitantes. Es como si ese paisaje tornasol abrazara a los turistas osados que se atreven a navegar por sus aguas y, más aún, a los que se arman de valor en sus piernas y pulmones para caminar más de tres horas de sur a norte la Isla del Sol, para poder ver, oler, sentir, tocar y hasta volar por este panorama cristalino que muchos envidiarían.

Sorprende porque son momentos inolvidables, momentos únicos, que de seguro no se repetirán.

Desilusiona porque el Titikaka tiene 165 kilómetros de agua, que en la parte de Perú es de color gris oscura y su olor no es nada agradable. A primera vista como que no dan ganas de “meterse al agua”, pero como decimos en Colombia: “Entrados en gastos…”


Es muy triste ver que un lago que fue en los años de los incas un lugar sagrado y especial, ahora, en la parte peruana, los coterráneos no perciban esa importancia y se dejen llevar por los avatares del turismo y los pocos soles (moneda peruana) que les devenga esta actividad.



El lago Titikaka es un pequeño mar que se lo disputan dos naciones. El 60% pertenece a Perú y el 40% a Bolivia. (Datos suministrados por el guía del tour a las islas flotantes).

Datos de interés sobre el Titikaka:

  • Tiene 60 km de ancho.
  • 274 mt de profundidad.
  • Su superficie total es de 8.560 mt2 .
  • Se encuentra a 3.809 msnm.
  • La temperatura del agua es de 9º centígrados.

Pero a pesar de ser un lugar con algunos niveles de abandono, Titikaka es un destino inolvidable. Nada se puede comparar con el estar en la proa de un bote, que lleva unas 30 personas, y poder encontrarse cara a cara, frente a frente con esta maravilla del mundo, como si fuera un reto entre el hombre y la naturaleza.
Este momento en el que solo se divisa un panorama azul e interminable entre Bolivia y Perú es el que permite que el hombre, en este caso el turista, tome las energías de la naturaleza y vuelva a vivir, recargue sus energías y, quizá, pueda renovar sus pensamientos en los que el verde del mundo siempre será la prioridad.

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