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01 diciembre 2009

Oportunidades en Australia según la perspectiva del pasajero

La llegada a la tierra de los canguros está llena de magia, cada persona aterriza, junto a las tres o cuatro maletas, con un motón de sueños, me atrevo a decir que un poco más que los que llevaban amigos y familiares cuando salieron tras el sueño americano. Australia es, en verdad, un país de oportunidades, eso sí depende del punto de vista del pasajero, como bien lo dice el maestro Rubén Blades.

Cuando puse mi primer pie en ‘Aussie’ tuve un conflicto de sentimientos. Pasaron por mi mente la satisfacción por haber cumplido, parcialmente, mi meta de atravesar medio mundo; el cansancio acumulado después de un viaje de 15 horas; la incertidumbre de no saber a lo que me enfrentaba; el dejar mi trabajo, mis amigos y a mi familia; y claro, el echar ojo a las maletas, pues uno nunca sabe.

En los controles de rigor en el aeropuerto, la bienvenida me la dieron los perros de seguridad que me olfatearon para buscar algo extraño en mi cuerpo y mis cosas, después de haber hecho una fila a la derecha y sentirme como en una prisión, rogando para que no me dijeran nada.

Luego vino el paso por migración y ahí puse en práctica mis cerca de dos años de estudiar inglés en la UPegadógica.

―Passport

―Yes

―Are you student?

―Excuse me?

De esa fluida conversación salieron más preguntas, y después unos minutos ya estaba al otro lado, esperando a unos amigos que me recogieran. Era un colombiano en una tierra extraña, a la espera de otros compatriotas para el comienzo de una gran aventura.

Y como todo plan de mochila que se respete, no sabía dónde iba a pasar mi primera noche. Fue así como opté por la opción más segura: los backpackers, estos son sitios donde los viajeros pueden pasar unos días por bajos precios. En este caso fueron $40 por una noche para dos personas en cama doble, TV a color, baño y mini cocina. Kanga House Backpackers, ¡¡¡cómo olvidarte!!!

Bueno, no fue nada del otro mundo, eso sí aproveché para reponer las horas de sueño que tenía retrasadas.

Al otro día y con la ayuda de unos contactos previos desde Colombia logré conseguir una buena habitación, o algo aceptable, en comparación con lo que me dicen mis compañeros del college que pagan a la semana por un cuarto. Desde ese momento Flinders Street en Darlinhurts ha sido mi hogar dulce hogar en Sydney, y lo será hasta que se presente otra alternativa mejor.

Ahora desde la habitación número seis en la casa 88 ha comenzado mi nueva vida en un país del que me han dicho muchos tiene grandes oportunidades, claro que una vez se pasa por el proceso de aprender el idioma, conocer cómo movilizarse con las múltiples opciones de transporte (bus, tren o ferry), buscar trabajo y quitarse el miedo a salir adelante.

Pero claro, ahí viene de nuevo la perspectiva del pasajero…