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19 mayo 2008

Camino Inca, aventura y magia para llegar a Machu Picchu


Machu Picchu
llego a mi vida como llegan las mejores cosas del mundo: sin pensarlo. Fue un momento mágico en el que esos millones de piedras se incrustaron en mi mente y me dieron la fuerza para viajar muchos kilómetros por aire, por tierra y a pie en busca de la renovación de la Pacha Mama.

Mi primer encuentro con esta nueva maravilla del mundo me la dio un “parcero”, un amigo que por cosas de los dioses (por acomodarlo a la temática inca) me reveló las hazañas que vivió para llegar a esta tierra sagrada. Lo vi en una foto que tomó mi amigo después de andar cuatro días por el Camino Inca.

“Voy a tomar esa foto”, fueron mis palabras. ¿Qué hay que hacer? pregunté, sin saber en la gran aventura en la que la respuesta me llevaría. Una aventura que jamás olvidaré.

El siguiente paso, después de haber clavado al “Machu” en mi mente ―así lo bautizamos con mis compañeros de caminata― fue conocerlo, ahora, virtualmente. Las maravillas de la tecnología me permitían llegar hasta el Wayna Picchu, si lo quería. Solo bastaron unos minutos en Google Earth para estar ahí.

Que maravilla, que esplendor, que emoción el poder ver semejante majestuosidad a través de una pantalla de computador. Esos momentos en los que hubo una interacción hombre-máquina me dieron más fuerzas para emprender el viaje, sin importar que otro de mis “parceros” me dijera entre risas: “¿Y para qué va, pues ya lo conoció por Internet?”.

Después de eso, una extraña inquietud andina se apoderó de mi cuerpo. A cada momento me transportaba a esas hermosas tierras. Mi palabras solo eran para sentenciar mis intenciones. Y mi mente ya estaba un 30% en Perú, dentro de mi cotidianidad colombiana.

Lo que vino luego fueron unas previas investigaciones para conocer de viva voz cómo iba a ser el viaje. Con las ventajas que brinda la web llegué a varios hoteles ubicados en Cuzco, a los que llamé desde Bogotá para conocer las tarifas y los planes que ofrecían a los turistas interesados en realizar el Camino Inca.

Las respuestas no fueron muy alentadoras, pero sí las voces de las mujeres que contestaban al otro lado de la línea. “Claro, con mucho gusto te atendemos, tenemos planes desde 400 dólares”. Hice varias llamadas a diferentes hostales para conocer otras ofertas, pero la situación era la misma.

Con este panorama, me arriesgué a solicitar una serie de cotizaciones, para ver si alguna se ajustaba a mi presupuesto. Después de cruzar una serie de e-mails me di cuenta que no cambiaban en nada. No obstante, es mi deber aplaudir la organización de todas las agencias de viajes de Cuzco, pues con las que hice contacto siempre tuve una comunicación directa e inmediata. ¡¡¡Ojalá que así fuera en Colombia!!!

El resultado de estas investigaciones fue el de tomar la decisión de no contratar ningún servicio desde Colombia, sino hacerlo directamente en mi lugar de destino. Esta fue una de las mejores acciones de mi viaje a Perú.

* Serie de entregas de esta ruta tradicional de Cuzco en el Perú (Especial Nº1)