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27 enero 2019

Un año nuevo con perfectos desconocidos unidos por la brisa y el mar de San Andrés




En la última noche del 2018 llegaron a esta isla miles personas provenientes de muchas partes del mundo y de Colombia, con el único objetivo de cerrar un ciclo o una temporada de sus vidas que como todo estuvo llena de “momentos malos y de cosas buenas”. No importó el idioma, la clase, el color ni nada, lo único era aprovechar los últimos minutos del año y recibir el nuevo con la mejor energía que se pueda tener a orillas del mar en el Caribe colombiano.

El camino peatonal de San Andrés, como se conoce esa zona, brilló esa noche, gracias a las “pintas” de los turistas. Y no era para menos, la ocasión lo ameritaba. El blanco en los hombres era el color predominante; en las mujeres las faldas cortas y blusas coloridas las hacían ver más hermosas, de seguro mucho mejor que en sus tierras de origen. Y la más hermosa era la rubia de oro que me acompañó hasta ese momento.

“Vamos pa’ la playa pa’ curarte el alma”, fueron las palabras que llegaron a ritmo de reggaeton y que en cuestión de segundos hicieron que toda la multitud saltara regocijada, como si su presencia allí fuera el cumplimiento de un sueño. Lo fue para mi.

El lograr este sueño se conectó con la definición de mis metas para el 2019; los sueños que desde ya estoy trabajando para cumplir.



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